Ley del menor

Ultimamente estamos escuchando casos de verdadera barbarie en jóvenes. Creemos que las repúblicas bananeras están alejadas de la península pero todavía hay ínsulas dentro de España donde la civilización ha llegado vagamente. Casos como Marta del Castillo o las dos jóvenes agredidas, violadas y una de ellas mutilada tienen que hacernos pensar en que algo tenemos que hacer.
Lo primero es no negar la evidencia de que la sociedad post-moderna necesita una madurez mucho mayor de la que en muchas veces disfrutamos pero para eso sólo hay una solución: la educación. No hablo de haberte leído La Odisea a los diez años sino tener una familia, un entorno que cuide tu evolución, crecimiento, socialización e intente crear unos valores fuerte, autoestima y confianza. No es necesario ir a un colegio privado o tener un doctorado para tener claro de que va la vida y a donde va, sin estar a los catorce años violando y matando mujeres por otra razón que divertirse, como si fuera un videojuego.
Para cambiar debemos admitir este error pero no desquiciando la sociedad actual como si fuera el fin de la historia, sino queriendo mejorarlo. La idea de reformar la ley del menor en este albor es ridícula e inservible. Cuando las iniciativas en ley se realizan ad hoc provocan la aceptación rápida de los grupos más extremos pero a larga son perjudiciales. Cambiar el reglamente en medio de un partido de fútbol no sirve para nada, menos para juzgar la muerte de una menor.
Se ha demostrado que los planes integrales son mucho más efectivos que la modificación de una ley. Invertir en educación, planes de integración infantil, control de acceso a internet por parte de los padres puede ser mucho más efectivo que reformar una ley para que los jóvenes de doce años puedan ir a la cárcel. Hay maneras mucho más efectivas para hacer sentir al agresor lo que provoca una muerte que no encarcelarle y marcarle de por vida.
Por esta razón, sería de agrado para toda la sociedad que el PP no utilizara las llamas del clamor contra los actos inhumanos cometidos por estos jóvenes (que no niños) para sacar beneficio político y decidiera acudir con un grupo de expertos desde Génova a Ferraz para apoyar la creación de un plan integral para afrontar el problema. Calentarse rápido las manos pidiendo una reforma es útil para un momento de frio pero no soluciona los problemas de una mala planificación pueden acarrear a largo plazo.

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